DESIDERATA, un compendio de Valores Humanos
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sábado, 24 de marzo de 2012
Somos Conciencia - Karsten Ramser
Somos Conciencia.
El mundo nace de la conciencia universal.
El mundo refleja nuestra conciencia.
En todo lo que existe hay conciencia. Si cambiamos nuestra conciencia cambiará el mundo. Es nuestra responsabilidad y nuestro propósito de elevar la conciencia.
Si queremos paz en el mundo, primero debemos esta en paz con nosotros mismos.
Todo lo que hacemos, nace primero en nuestra conciencia.
Ser consciente es el regalo mas grande que podemos aportar al mundo.
Felicidad es nuestra naturaleza.
-Karsten Ramser-
Hombre preso que mira a su hijo - Mario Benedetti
Un poema de Mario Benedetti, de la serie 13 Hombres que miran. este es un homenaje a todos los presos presos de la Tierra.
INVICTUS - William Ernest Henley
William Ernest Henley ha pasado a la historia de la literatura inglesa como poeta, y esencialmente por ser el autor de un poema incluido en el que fue su último libro, In Hospital, publicado en el mismo año de su muerte, ocurrida cerca de Londres en 1903. El poema se titula “Invictus” (escrito en el año 1875), y es el poema que Nelson Mandela se recitaba a sí mismo cuando llegaban los momentos peores a lo largo de su terrible cautiverio en prisiones sudafricanas por su lucha contra el racismo y el apartheid.
El poema “Invictus”, de una belleza melancólica, victoriana, marmórea, impresionante, sobrecogedora, es un canto a la fe, a la libertad y a la resistencia humana enfrentadas a los momentos más desoladores, solitarios y terribles de la existencia. No es de extrañar que el poema fuera escrito por un hombre que fue niño condenado a la enfermedad y la minusvalía; no es de extrañar que este poema le sirviera de guía y consuelo espiritual a Nelson Mandela mientras estaba encarcelado y era humillado y vejado por su ideas, por su compromiso ético con los suyos, consigo mismo.
El poema “Invictus”, de una belleza melancólica, victoriana, marmórea, impresionante, sobrecogedora, es un canto a la fe, a la libertad y a la resistencia humana enfrentadas a los momentos más desoladores, solitarios y terribles de la existencia. No es de extrañar que el poema fuera escrito por un hombre que fue niño condenado a la enfermedad y la minusvalía; no es de extrañar que este poema le sirviera de guía y consuelo espiritual a Nelson Mandela mientras estaba encarcelado y era humillado y vejado por su ideas, por su compromiso ético con los suyos, consigo mismo.