martes, 20 de marzo de 2012

Las hojas no caen, se sueltan....José María Toro





Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.

Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae”
sino que llegado el escenario del otoño inicia la
danza maravillosa del soltarse.
Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición
al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad
y profundo de sabiduría:
la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire
sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento
y en actitud de renovación.
La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío
dejado por ella
es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose
a la sinfonía del viento
traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación
constante y contundente
para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros. 
Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!.
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente
a la brisa de su propia entrega y libertad.
Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento
de creatividad
ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente,
ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana,  
que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles,
con estos hábitos perennes,
con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados,
con este entorno ya conocido…   
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría,
generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”.
Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge
en un auténtico espacio de fe,
confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia
consciencia y libertad,
el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.
Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio,
tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más
 agresivo e impetuoso 
y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.

*******
Las hojas no caen, se sueltan.
Texto original de José María Toro,
extraído del libro "La Sabiduría de Vivir"
(2ª ed.) EDITORIAL DESCLÉE, páginas 37 y 38.

4 comentarios:

  1. Profundo y sencillo a la vez. Felicitaciones. Pido su autorización para compartirlo en mi página CIUDAD DE LETRAS en Facebook.Muchas gracias.

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    1. Gracias a tí arkero1. He añadido la fuente, ya que se me había pasado. Si te ha gustado el texto, te recomiendo que el blog de su autor José María Toro... seguro que encontrarás más cosas de tu agrado. Un saludo!

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    2. Me gusto lo de las hojas no caen,se sueltan.En nuestra vida debemos soltarnos,desprendernos de toda atadura terrenal; solo asi seremos libres,y disfrutaremos de la vida.Muy bueno el blog

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  2. Hermoso este poema y cuánta verdad! Me encantó! lo comparto en facebook, poniendo el nombre del autor y lugar de donde lo saqué. MUCHAS GRACIAS!

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