miércoles, 9 de mayo de 2012

El arte de sonreir - José María Toro


- El arte de sonreir -
 
 
 Dedicado a quienes siguen perfumando el mundo con el aroma de sus sonrisas.
La sonrisa es la línea curva que más directa llega al corazón.


La sonrisa es la expresión material visible de la manera como nuestro corazón palpita y siente. Mas sonreír es mucho más que un mero movimiento de la boca, es un gesto en el que se implica y se expresa todo el cuerpo y, por tanto, la tot...
alidad del ser.

Se sonríe con la boca cuando se dibuja en ella la silueta de lo que verdaderamente somos: una fuente infinita de alegría.

Se sonríe con las manos cuando hacemos de la caricia una experiencia auténtica de encuentro con la piel del otro en la que reconocemos una presencia y no sólo una superficie.

Se sonríe con los brazos cuando nos abrimos para acoger al otro y acercarlo a nuestra parte más cálida y tierna, cuando nos fundimos y creamos un circuito de amor desde la aceptación y acogida del cuerpo del otro, tal y como es.

Se sonríe con los pies cuando vivimos cada pisada como una caricia a la tierra y en cada paso hacemos y recorremos camino. Sonreímos cuando el caminar no es un simple desplazamiento sino un gesto consciente y amoroso de acercamiento.

Sonrío con los oídos cuando reconozco en quien me habla un mensajero de algo que puede ser importante para mí, cuando mi manera de escuchar despierta en quien me habla su palabra más certera y auténtica, cuando me oigo en lo que oigo y ayudo al otro a expresarse en aquello que dice.

Sonrío con los ojos cuando mi mirada es profunda porque llega al centro sagrado de todo aquello que veo, cuando desde mis pupilas se proyecta un sutil halo de luz y calor que ilumina y acoge todo aquello que ve.

Sonrío con el alma cuando a través de mi sonrisa celebro la bondad y la maravilla de todo lo creado y siento que es la Vida quien se alegra en mi propia alegría y transforma un sencillo gesto facial en puro don, en ofrenda, en regalo.

JOSÉ MARIA TORO.
Del libro LA VIDA MAESTRA. Desclée de Brouwer. 2001. página 103.

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